lunes, 27 de enero de 2014

Los godos: Desde las frías aguas bálticas a los fríos sables árabes (Parte III).


Con esta tercera entrega concluimos nuestro monográfico sobre los godos. Sigamos por donde nos quedamos la última vez.
Como era de esperar, Alarico y los visigodos siguieron con sus ataques por el norte de Italia, incluso llegando a sitiar Rávena, sede del emperador Honorio. En estas fechas, alrededores del 406 d.C., encontramos gran cantidad de escritos eclesiásticos anunciando el fin del mundo y el castigo divino por los pecados del hombre; incluso a Alarico se le veía como un enviado de Dios (con Atila ocurrirá algo parecido). Esto muestra el estado psicológico en el que se encontraban los habitantes del Imperio por aquel entonces, un estado de miedo total y horror. Ya en el 408 d.C., Alarico siguió con su avance arrollador por toda Italia hasta llegar a las puertas de Roma en verano del 410. La Urbe, La Ciudad Eterna, vería como, tras más de 700 años sin ser invadida, un grupo de bárbaros penetraría hasta el corazon mismo del Imperio, ya agonizante, y llevarían a cabo una auténtica carniceria: casas calcinadas, miles de muertos esparcidos por las calles, gente refugiada por doquier,... Hay que tener en cuenta y recordar que Alarico era cristiano y había recibido educación romana lo cual contribuyó a un hecho sorprendente, y es que todas las iglesias y principales monumentos romanos se dejaron intactos y no fueron saqueados. 
Así pues, los visigodos permanecieron tres días en Roma, tras los cuales se dirigirían al sur de la Península Itálica, sin embargo, cuando iban a cruzar hacia Sicilia Alarico murió. Le sucedería Ataulfo (viene a significar “lobo prestigioso” o “lobo noble”). Con él el rumbo del viaje cambió y volvieron nuevamente atravesando Italia hasta llegar a las puertas de las Galias, donde los sucesos que estaban por llegar alcanzarían una magnitud e importancia como nunca antes habían sido visto por los visigodos...



El enorme contingente godo que, a su vez, veía entre sus filas a grupos de alanos, cuados y diversas tribus germánicas que se los iban uniendo, llegó hasta el actual sur de Francia. No se nos olvide, antes de avanzar, que entre el botín de guerra que consiguieron del saqueo de Roma estaba Gala Placidia, hermana del emperador Honorio, capturada como rehén. Rondamos el 410-412. En estos momentos no le queda a Roma más que firmar un tratado de alianza: el Imperio de Occidente (o lo que quedaba de él) se comprometía a darle tierras y un tributo si a cambio entregaban a Gala Placidia. Sin embargo, Ataulfo no estaba por la labor y se negó a devolverla, y es entonces, en un ataque de cólera contra el Imperio, cuando decide atacar Massalia (Marsella), sin lograr someterla. A Ataulfo no le queda otro remedio que desplazarse a la zona comprendida por las actuales Burdeos, Toulouse y Narbona (Aquitania y Galia Narbonense por aquel entonces) y quedarse allí temporalmente.

Antes de proseguir conviene señalar una cosa. Desde el siglo IV y hasta el V en el Imperio Romano de Occidente fueron comunes los golpes de estado por parte de generales (destinados a Hispania, Galia o Britania). Esto generaba un alto grado de inestabilidad política y económica en todos los ámbitos del Imperio por lo que cuanto más se iba agudizando este problema tanto más se iba debilitando el poder estatal. Sucedió que allá por el 407, un general romano destinado en Britania, con apoyo de sus tropas, fue proclamado emperador. Su nombre era Constantino (aunque se le conoce más bien por Constantino III). Tras dar el golpe vació, literalmente, Britania de tropas imperiales (dejándola a su merced ante el comienzo de los ataques a la isla de sajones, frigios y jutos) y se dirigió hacia las Galias camino de Roma para hacerse coronar. Dicho de otra manera, Constantino, para formar un ejército aún mayor del que tenía, dio permiso para que algunos contingentes de vándalos, francos, suevos, etc., atravesaran las fronteras imperiales del norte. Este hecho sería desastroso para el futuro de Roma.
De camino a Roma en el 409, se enteró de que su general Geroncio se había sublevado en el norte de Hispania, por lo que se dio cuenta de que la situación se le iba de las manos. Tanto fue así que finalmente Constantino III sería frenado y derrotado, Geroncio se suicidaría y todo por lo que aquél lucho se fue al traste, sin embargo, el daño ya estaba hecho. Los pueblos germánicos ya estaban dentro del Imperio Occidental.

Volvamos a Ataulfo y a los visigodos. En el 414, Ataulfo decidirá casarse con Gala Placidia, hecho este que desatará la ira de Honorio, su hermano, decidiendo cortarles todo suministro de víveres. Finalmente, ante esta situación, Ataulfo decide dirigirse a Hispania, situando la capital del reino visigodo en Barcino (Barcelona). Poco después Ataulfo morirá, teniendo lugar un pequeño periodo de inestabilidad entre los godos. Habrá que esperar al 418 con Walia, justo antes de su muerte,  para que los visigodos puedan asentarse por fin como pueblo federado y optar al reparto de tierras en la Galia e Hispania. De esta forma se puede decir que comienza el Reino visigodo de Tolosa, con capital en Tolosa evidentemente, si bien este aún seguirá dependiendo de Roma. A partir de ese momento, los visigodos vivirán su periodo más estable desde que partieron del Danubio presionados por los hunos, un periodo que durará 300 años. ¿Pero, y los ostrogodos? ¿Qué fue de ellos?

Antes de continuar con los ostrogodos podéis ver en este mapa cómo quedó el panorama en el Occidente Europeo hacia el 415 d.C. Los alanos se unieron a otras tribus germánicas en su penetración al Imperio (los alanos no son germanos, son de una etnia irania del Cáucaso, empujados por los hunos hacia el oeste) y se establecieron en el sureste peninsular y en número muy pequeño en otras regiones de Hispania. Los vándalos por su parte, atravesaron toda la Galia, Hipania y finalmente, fundaron su propio reino en el norte de África, que duraría un siglo hasta que los bizantinos lo conquistasen. Al noroeste de la península estarían los suevos y, por lo demás, en el norte de la Galia los francos y al este los burgundios.


La historia de los ostrogodos sería muy diferente a la de sus hermanos visigodos. Como recordaréis, los otrosgodos fueron sometidos por Atila y los hunos a finales del siglo IV, participando posteriormente en ataques conjuntos contra el Imperio y contra otras tribus germánicas. No obstante, lograrían liberarse del yugo huno tras la muerte de Atila en la batalla de Nedao (454), que tuvo lugar en Panonia (oeste de la actual Hungría) liderados por Teodomir, y ayudados por los gépidos, otro pueblo germano dominado por los hunos. A partir de esa fecha, se asentarían en Panonia, y se constituirían como un pueblo federado de los romanos, con la misión de defender la frontera danubiana de la invasión de otros pueblos bárbaros. Teodorico, el rey de los ostrogodos llegaría incluso a ocupar el cargo de Cónsul romano. 
En el año 488 por encargo del emperador Zenón, consiguió el gobierno de Italia, al expulsar de allí a Odoacro, de la tribu de los hérulos, que se había apoderado de ese territorio cuando depusieron en el 476 a Rómulo Augústulo (este hecho se toma como referencia para situar cronológicamente la caida del imperio romano de occidente sin embargo, en realidad, no fue algo muy destacable entre la gran cantidad de cambios que se estaban produciendo alrededor; al fin y al cabo el Imperio Occidental se había ido fragmentando y desapareciendo en una lenta agonía décadas anteriores a esta fecha). Teodorico vencería a Odoacro en el año 493 y los romanos cumplieron lo prometido. Para esa época los ostrogodos se mezclarían con algunos visigodos, unión que terminaría en el año 526, con la muerte de Teodorico. Éste había impulsado una unión entre los distintos pueblos germánicos, que consolidó a través de matrimonios. Teodorico reactivo la economía y el comercio. Respetó a sus súbditos bajo el imperio de la ley, caracterizándose por su carácter noble y leal. Construyó un palacio en Rávena, su capital, y ordenó construir su futura tumba o mausoleo, en mármol, a las afueras de Rávena. Impuso como colección de leyes destinadas a regir tanto a súbditos romanos como a germanos el Edicto de Teodorico, excepción al sistema de la personalidad de las leyes (que cada uno se rigiera por las propias de su pueblo) que establecieron otros pueblos bárbaros.


En el año 526, fallecido Teodorico, su territorio comprendía Italia, Sicilia, Panonia, Iliria, Recia y Norico. Le sucedería Atalarico, bajo la regencia de su madre, suscitándose conflictos internos contra el rey, que aprovecharon los romanos para reconquistar el territorio italiano. Cuando el emperador Justiniano asumió el mando en el Imperio de Oriente, se propuso devolver a Roma a sus fronteras anteriores a la invasión bárbara, recuperando los territorios del antiguo Imperio Romano de Occidente. El general romano Belisario, con el fin de recuperar las tierras en poder de los ostrogodos, invadió Sicilia, penetró en la península itálica, y se apoderó de Nápoles. Roma sería reconquistada en el año 536.
Prosiguió su campaña hacia el norte, para culminarla en el año 540, tomando Milán y la capital ostrogoda de Rávena. Los ostrogodos vencidos, fueron tentados por el emperador Justiniano con una generosa propuesta: entregar a Roma la mitad de sus riquezas a cambio de poseer tierras independientes en el noroeste italiano. Los ostrogodos aceptaron, reconociendo como su propio rey a Belisario. Justiniano envió entonces a Belisario a enfrentarse a los persas sasánidas, que presionaban por la frontera oriental del Imperio, por lo que los ostrogodos aprovecharon y se reorganizaron, al mando de Totila, recuperando su territorio. Posteriormente Belisario intentaría sin éxito vencer a los ostrogodos en el 545, objetivo que sí cumpliría su sucesor, el general Narsés, que reconquistó las tierras para Roma en el año 552. Los ostrogodos se sublevarían sin éxito en repetidas ocasiones y, paulatinamente, irían desapareciendo como nación, al fusionarse poco a poco con otras tribus. Se habla de que algunos grupos de ostrogodos volvieron a la zona del norte del Danubio y otros incluso a las costas del mar Báltico, regresando de esta manera a su lugar de origen de donde partieron hace casi 700 años...

Y así terminamos este interesante monográfico. Finalmente he decidido englobar la última etapa de los visigodos en un futuro monográfico sobre Al-Andalus, más que nada para que sirva de introducción a la hora de explicar las causas por las que los árabes penetraron en la península en el 711.
Antes de terminar definitivamente, y como curiosidad final, veamos el origen etimológico de algunas palabras de origen godo asi como algunos nombres propios.

badwa/guntha->batalla
brut-> brote
dard-> dardo
falda-> falda
frisk-> fresco
gans-> ganso
harpa-> arpa
helm-> yelmo
raubon-> robar
reika->rey, soberano
riks-> rico
ufjo-> ufano
wardja-> guardia
werra-> guerra
wulfa->lobo

Álvaro-> de all "todo" y wars "prevenido"
Rodrigo-> de hroths "fama" y riks "poderoso"
Gonzalo-> de gunthis "lucha" y alvs "preparado"
Fernando-> de frithu "paz" y nanth "atrevido"
Elvira-> de gails "alegre" y wers "fiel"
Alfonso-> de all "todo" y funs "preparado"


Keltos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario