lunes, 28 de abril de 2014

Envenenamiento por arsénico en las culturas prehispánicas.


El arsénico es un potente veneno incoloro, inodoro e insípido que se encuentra habitualmente en ríos contaminados y aguas subterráneas de diferentes partes del mundo, por ejemplo en el desierto de Atacama en Chile. En el pasado se han analizado muestras de cabello pertenecientes a momias prehispánicas de diferentes épocas y se han podido detectar altas concentraciones de arsénico. Pero no quedaba claro si el contacto con este veneno tan letal se había producido de forma endógena (por el consumo de agua contaminada u otros alimentos) o exógena (mediante la infiltración de agua contaminada en el lugar de enterramiento de la momia). 

Un equipo de investigadores, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y de otros centros, analizó el cabello en buen estado de una momia de entre 1.000 y 1.500 años de antigüedad procedente del cementerio precolombino TR40-A, situado en el valle de Tarapacá, en el desierto de Atacama. Observamos una gran cantidad de arsénico en toda la longitud del cabello y decidimos comprobar si se debía a factores externos, por ejemplo la contaminación del suelo, o si por el contrario se había producido un envenenamiento como resultado de una ingestión, explica Ioanna Kakoulli, de la UCLA, a Historia National Geographic. Kakoulli es la autora principal de un estudio que se ha publicado recientemente en la revista científica Analytical Chemistry. 

El cabello humano es un biomonitor ampliamente aceptado en la toxicología. Los atributos químicos y físicos que proporciona el cabello con su estructura sólida favorecen su supervivencia en condiciones ambientales adversas, mientras que su formación biológica y su ritmo de crecimiento constante (aproximadamente 1 centímetro al mes) hacen que sea útil como biosensor de la historia vital reciente, sostiene el estudio. Partiendo de esta premisa, los investigadores han utilizado una combinación de técnicas modernas no destructivas y mínimamente invasivas para realizar sus averiguaciones.

El arsénico en el suelo no pudo haber contribuido a la contaminación, ya que la concentración en el mismo es equivalente a aquella que presentan suelos arenosos no contaminados. Parece ser que se introdujo en el cuerpo a través de agua contaminada con arsénico procedente de ríos y quizá al consumir plantas contaminadas con arsénico, concluye Kakoulli.

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